Será tarde cuando quiera respirar.

Era primavera y convertiste todo un desierto en un jardín de flores, construimos una cama de nubes y dejamos que todo fluyera al ritmo que volabas en mi cabeza. Cada vez que sembrábamos alguna semilla nueva, ésta crecía con una rapidez increíble, nadie lo hubiera creído.
Estaba tan confusa, esa fugacidad me hacía sentir como si estuviera soñando, pero era imposible, yo nunca dormía. Siempre espero al amanecer para dormir, algo que nunca superé y me hubiera gustado.
Nuestro jardín seguia creciendo y creciendo! Era tan asombroso ver como nunca crecían malas hierbas, joder, teníamos el hechizo, el poder de conseguirlo.
¿Por qué en verano se secó nuestro gran paraíso? No paramos de regar, no paramos de buscar ese secreto que se nos ha olvidado. Parece ser que están secándose aquellas del final y a todas las rosas le salieron espinas. No pienso dejarte que toques ninguna porque puedes pincharte, yo me ocuparé de buscar solución.
Ten cuidado... creo que unos pájaros vinieron y se comieron casi toda la cosecha. Nuestro espantapájaros que teníamos en el corazón no ha podido hacer nada y ahora todas nuestras semillas... todas esas del principio, han ido a parar al peor de los lugares.
Apuesto que me queda parte que escribir para invierno, mientras... me ayudas a seguir regando y sembrando? Es increíble, ya sabemos todo lo que podemos recoger, eso da más motivación que al principio que no sabíamos si iba a salir algo de ese desierto.