He vuelto a retroceder tiempo atrás y todo gira alrededor de las mismas preguntas. Envolverse en asuntos propicios al desastre es mi continua condena.
He recordado como desayunábamos como si nos halláramos con desconocidos, he recordado como tu sonrisa escondía mil lágrimas, he recordado que solo la noche se comparaba a pensamientos tan oscuros.
La situación en la que nos sumergíamos cada día de verano era terrible y en ocasiones, escalofriante. Elegir entre nuestro principio o nuestro fin, elegir entre deseo y justicia, elegir entre la ambición y la tristeza.
¿Acaso se ha podido penar de muerte a alguien que solo desea vivir? Eras locura y alegría, eras peligro y deseo. Escuchar tu voz se convierte en deseos de destrucción masiva. Escuchar tu nombre es como luchar contra el tiempo.
Y en el retrovisor de un coche, entre los pitidos de mis oídos y los murmullos de la gente, solo podía escucharte a ti, aunque no hablaras.
Por nuestro tiempo.
15:23 |
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