Los soles pueden irse y regresar,
pero cuando nuestra luz se va,
habrá otra noche eterna por dormir.
Dame mil besos, dame luego cien,
luego mil otros, luego otra centena,
justo luego otros mil y luego cien.
Cuando hayamos sumado muchos miles,
romperemos la cuenta y no querremos
ni saberla nosotras:
no podrá maldecirla el envidioso
si no sabe la suma
de tantísimos besos.
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