Empezamos. Desnuda se sentía igual que un pez en el agua, vestirla era peor que amortajarla. Inocente y perversa como un mundo sin dioses. No quise retenerla. ¿De qué serviría deshacer las maletas del olvido? Pero no sé que diera por tenerla ahora mismo, mirando por encima de mi hombro mirando lo que escribo. Con ella descubrí que hay amores eternos que duran lo que dura un corto invierno.
Conservo un beso de carmín que sus labios dejaron impreso en un espejo de un lavabo. Una foto amarilla, un corazón oxidado y esta sed del que añora la fuente del pecado.
Se fue de madrugada, no quiso ser de nadie. Le di mis noches, mi angustia, mi risa, a cambio de sus besos y su prisa.
Todo empieza y termina en ti.
15:53 |
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