Hola Febrero, tu madre bien?

Para echar algo de menos, primero lo pierdes... y una vez perdido te autoconvences de que no era para tanto. Luego te das cuenta de que realmente, sí lo era. Tropiezas una y otra vez, somos estúpidos.
Luchamos por recordar lo bueno y olvidamos lo malo, pero tanto nos conviene olvidarlo? si luego caeremos en el mismo error?
¡Mi cuerpo al abismo! ¡Que se despeñe en la muerte! Conseguirás matarme. Que soy dueña de mi silencio y presa de aquellas palabras! Esas que por decir vergüenza siento y taparme la cara quisiera.
Cuánta locura he sentido por atarme a ti. Con la razón vuelve el rubor a mi rostro y el llanto a mis ojos. Malo es el delirio, pero qué tortura volver a ser cuerda y entrar en razón. Ojalá que loca pudiera morir!
Mi razón se ha perdido. Este tormento no acaba.
Recordar = volver a sentir con el corazón. Casi nadie sabe qué es ahora sentir con el corazón. Maldigo todas las letras de tu nombre!
Tan sólo de haber oído todas tus mentiras me siento impura, como si no pudiera escapar de ese laberinto que creaste únicamente para mi. Impura como se siente el infiel.
¿Cómo desatar el lazo que me ahoga? Si tan atado está que respirar casi no puedo. No hay camino de regreso y a la vuelta no me espera nadie.
Trazamos planes nuevos que nunca cumpliríamos, que nunca cumpliremos, que nunca cumplirás. Un para siempre, un infinito hecho trizas. ¿De qué sirve? Las palabras son eternas, el silencio hubiera sido mi mejor medicina.
Y ahora insisto, ¿Te parece justo que habiéndome herido de muerte, me vengas con explicaciones?
Se nublan mis ojos cegados de lágrimas, pero ahora ya tiemblo por otra desgracia.
Nunca podría odiarte, el odio es un sentimiento que jamás conocí y me niego a querer conocer. Todo es calma y tranquilidad. Pero, esta desgracia debo expresarla. Cesarán los lamentos, me arrebataron lo que tuve y ahora sólo sueño, pero todo está acabando.
Eras como una piedra preciosa de inestimable valor, de las que más brillan. No sería mucho ser una buena si hubiese muchas buenas. Estar sin ti era como un árbol sin hojas ni frutos, como un cuerpo sin alma.
Ecos aterradores resuenan en mi mente: gritan sin descanso tu nombre y lucho por conseguir que paren. Estas manos llenas de sangre, están ardiendo en dolor y las cicatrices pareciera que quieren recordar lo que necesito. ¡Me muero! Entre los buenos no hay sitio para ti.
Un huracán ahora taladra mi cerebro, pero recuerda, me duele más tu error que mi destino.

*9 meses*